Pedí fervientemente a la vida que me enseñara a
amar.
Deseé aprender a amar.
Y menuda ironía…
Justo cuando lo consigo,
la vida me obliga a aprender a matar el amor.
Me convierto en matarife de los sentimientos,
de todo lo que he sentido.
Asesina del amor.
Aprendiendo a darte por muerto…
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